Cantando a mi Trufita cuando tenía cinco añitos. |
Esta es una de las pocas fechas que me agradan mucho y es porque tenemos la oportunidad de explotar nuestra creatividad para robar una sonrisa a nuestras mamás y aunque aún no tengo el hermoso privilegio de formar parte de ese círculo bello de ser madre, igual me emociona la ocasión. Y quizá te preguntes por qué... El trabajar con adolescentes hace que el instinto materno esté a flor de piel porque compartes con ellos sus experiencias, sus travesuras pero sobre todo sus emociones.
Este año he tenido el privilegio de ser Tutora de I Secundaria en la institución educativa en la que trabajo y el grupo que me ha tocado es realmente muy lindo... Era tan agradable verlos ensayar los números artísticos que iban a realizar, hasta tuve sueños con las canciones que durante una semana entera tuve que escuchar una y otra vez... Todo ello me llevaba a reflexionar... ¿en qué momento los adultos hemos perdido esa emoción por nuestras mamás? No es que las hemos dejado de querer o que no las valoremos... ¿pero dónde quedaron los pequeños detalles?
Mis alumnos, por ejemplo, no trabajan pero se las ingeniaron para levantar una cuota y hacer un pequeño bufet, comprar una rosa, comprar un recuerdo y decorar el lugar en el que las recibirían... Ellos mismos se organizaron y, con mucho amor y con algunas equivocaciones, homenajearon a sus mamás. Yo, por cierto, estaba derritida al escuchar las bellas palabras que les dirigían a cada una de sus mamás.
Todo ese entusiasmo me ha llevado a escribir este artículo... No sólo porque tengo a mi mamá lejos sino porque no hay nada más hermoso que la maternidad... Es cierto, aún no la he experimentado pero Dios regaló a la mujer esa capacidad de amar incondicionalmente y ¿por qué no homenajearla con lo que mejor sé hacer? Así que aquí van algunas líneas que, todo el derroche de amor de mis alumnos por sus madres, me inspiraron...
A ese pedacito de cielo
que habita en nuestro corazón
Mi Trufita y yo en la actualidad. |
Aunque estamos a unas cuantas horas del domingo, quiero recordar en esta ocasión la imagen materna y saludar a todas las madres que me están leyendo. A ustedes mi humilde mensaje de amor y felicitación.
¡Qué maravillosa es la madre! La nuestra, la de cada uno… en definitiva, la mujer. Olvidamos muy a menudo que si ella no existiera, no existiría el mundo. Dios creó al hombre a su imagen y semejanza pero ¿y a la mujer? A ella la creó a imagen divina.
La madre, representa la raíz de cada ser humano, por eso cuando ella nos hace falta, sentimos morir por dentro y ya nada vuelve a ser lo mismo porque es
Por eso hoy tenemos la oportunidad de detener nuestras actividades para festejarla, para abrazarla, para besarla y sobre todo para agradecerle todo cuanto somos y para decirle garganta al viento… ¡Te quiero mamá!
Pero ¡qué tristeza más grande sería si únicamente fuera este día! Hagámosla feliz día a día y regalémosle aquello que no se vende o que no se anuncia por radio, televisión o por periódico… Regalémosle un beso y un te quiero con verdadera pasión.
Llega tanta publicidad a la puerta de nuestras casas sobre qué regalar el Día de la Madre. Entre muchas cosas podemos encontrar un televisor, un iPaq, un celular, hasta un GPS… ¡un GPS! ¿Cuándo se ha visto que haya que regalarle un GPS a la madre? ¿Qué tan lejos estamos de ella que tiene que utilizar semejante objeto para encontrarnos?
Aprovechemos que nuestras madres están a nuestro lado para darles todo nuestro amor. Y si la tenemos lejos, como yo, igual tenemos la oportunidad de elevar al cielo una oración por ella... por ese Pedacito de Cielo que todos llevamos en el corazón… A todas las mamás del mundo entero y en especial a la mía - a mi Trufita - les regalamos una sonrisa, un beso y una flor.
¡Felicidades mamá!